Medir y bajar la fiebre

Medir y bajar la fiebre

Se trata de un aumento de la temperatura del cuerpo por encima de los 38 °C, cuando se mide en la axila o en la ingle, y de los 38,5 °C si la tomamos en el ano. Si está entre los 37 °C, que es lo normal, y los 38 °C, se habla de febrícula. La fiebre acompaña casi siempre a las enfermedades infecciosas más comunes de la infancia.

Podemos sospechar que hay fiebre si el niño tiene el cuerpo muy caliente y colorado, suda mucho y está cansado y decaído o irritable y llorón. Además, es probable que disminuya su apetito y puede vomitar con facilidad. Para comprobarlo, usaremos siempre el termómetro, instrumento que no debe faltar en la caja de primeros auxilios casera.

¿Qué hacer cuando tiene fiebre?

  • Ponerle ropa ligera. Nunca abrigarlo más ni echar una manta extra en la cama.
  • Ofrecerle a menudo agua u otros líquidos, como zumos naturales, leche...
  • Darle comida fácil de digerir, sin insistir mucho si no tiene apetito.
  • Utilizar el medicamento y la dosis que para estos casos nos haya recomendado el pediatra, según la edad y el peso de nuestro pequeño. Los medicamentos más habituales para bajar la fiebre son el paracetamol y el ibuprofeno.
  • Bañarlo como de costumbre todos los días.
  • Cuando la fiebre no baja a pesar de haberle dado la medicación recomendada por el pediatra, cosa corriente por las tardes o primeras horas de la madrugada, no dudemos en darle un baño extra, con agua templada y dejando que juegue un poco en ella.
  • No usar nunca agua fría ni friegas de alcohol, ya que son muy desagradables para el niño; además, si empieza a aterir, que es lo más probable, aumentará de nuevo la temperatura.

Coincidiendo con una subida de fiebre, algunos pequeños (sólo sobre un 3% y, más frecuentemente, entre los 3 meses y los 5 años) pueden presentar un fenómeno llamado convulsión febril. Se trata de movimientos musculares de los ojos, brazos y piernas, mandíbula, etc., debido a descargas enviadas por el cerebro, con pérdida de consciencia, seguidas de debilidad y adormecimiento cuando finalizan, que dan la impresión de mucha gravedad.
La mayoría de las veces, las convulsiones ceden solas y enseguida. Lo único que tenemos que hacer, si se presentan, es mantenerlos en una superficie blanda y amplia para evitar los golpes, sin intentar sujetar los movimientos, y mejor con la cabeza de lado.
En cuanto finalicen, le daremos la medicación para bajar la fiebre, en caso de no haberlo hecho, y evitar el exceso de ropa mientras acudimos al servicio médico.
Para evitar las convulsiones, en otras ocasiones, es preciso bajar enseguida la fiebre, usando adecuadamente la medicación y el resto de las medidas ya comentadas.

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