Se trata de un aumento de la temperatura del cuerpo por encima de los 38 °C, cuando se mide en la axila o en la ingle, y de los 38,5 °C si la tomamos en el ano. Si está entre los 37 °C, que es lo normal, y los 38 °C, se habla de febrícula. La fiebre acompaña casi siempre a las enfermedades infecciosas más comunes de la infancia.